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Continuamos con las novedades del otoño en el portal web de SIPCA, cuyos objetivos son solucionar lagunas en nuestros catálogos y seguir mejorando de forma permanente la información ofrecida a través del portal.Y en esta ocasión hemos incorporado a n...
El convento se organiza en torno a un patio concebido como un jardín cerrado, herencia y recuerdo de los claustros tradicionales. El conjunto se compone de cuatro bloques edificados de planta rectangular alargada que delimitan el patio de forma cuadrada y que se prolongan asimétricamente en sentido rotatorio. Todos los cuerpos tienen la misma crujía excepto el que contiene la iglesia, que es más ancho y cuya prolongación preside la fachada principal a modo de porche de acceso.
En las fachadas es patente el uso del hormigón visto y el ladrillo caravista de color claro. La expresividad de las formas del hormigón destaca sobre la sencilla composición de los alzados y compensa la intencionada ausencia de ornamentación del conjunto.
Uno de los elementos más destacables de este convento es el campanario de la iglesia, que sobresale del volumen general, visible desde lo lejos y que sirve de contrapunto a la horizontalidad del edificio.
En la iglesia se utilizan los mismos materiales y lenguaje compositivo sobrio del exterior que hacen que se integre a la perfección, mientras que en el interior destaca la intensa iluminación y color de las vidrieras sobre los muros de ladrillo blanco.
Las magníficas obras iniciales del maestro francés Juan de Marca lo convertirán en uno de los principales artífices de la recuperación del mudéjar en la segunda mitad del siglo XVII y uno de los más reputados arquitectos del momento, granjeándole encargos tanto en Zaragoza como en otras iglesias de la provincia, que decorará con yeserías mudéjares. Sin embargo, de forma repentina, su obra dará un giro sorprendente en los trabajos que realizará para el conde de Morata, como el palacio de Morata de Jalón o el innovador diseño urbanístico de Chodes, en los que adoptará magistralmente los nuevos lenguajes del barroco civil italiano, implantando un nuevo estilo que se extenderá pronto a otros lugares, como Villafranca de Ebro.
Jesús Vázquez ObradorSabiñánigo, Comarca del Alto Gállego, 2002